LOS DUENDES Y EL ZAPATERO
Edades: de 4 en adelante
Había una vez un anciano zapatero que vivía en una pequeña y
pobre casa.
Por la edad ya no podía trabajar como antes y el dinero se
les empezaba a escasear.
Un día su esposa le pregunto si no podía trabajar más rápido
ya que casi no tenían cuero y si no vendían esos zapatos se quedarían sin
comida muy pronto.
El zapatero le dijo que podría trabajar más veloz, pero que
si lo hacía los zapatos no quedarían igual ya que las puntadas se volverían
feas y bruscas y a la gente no le gustarían, la esposa lo comprendió y le dijo
que tenía razón.
Al día siguiente ya solo le quedaba cuero para un par de
zapatos, se dijo a si mismo que probablemente sería el último par que haría.
Recorto los patrones y como se sintió muy cansado decidió irse a acostar.
A la mañana siguiente tomo su aguja y busco el cuero pero en
su lugar encontró unos bellos zapatos terminados. Tenían un acabado tan bonito
que pudo venderlos al doble del precio del que los daba normalmente. Con ese
dinero compro más material y se fue a
casa.
Recorto nuevamente más patrones y los dejo para coserlos al
día siguiente, pero de nuevo al despertar vio zapatos terminados. Esta vez más
bonitos que los del día anterior así que puedo venderlos cuatro veces más caros
y comprar más cuero y material.
Así siguieron los días y poco a poco fue teniendo más dinero y clientes, ya que su fama se
había extendido a pueblos vecinos.
Finalmente un día le dijo a su esposa que era tiempo de que
averiguaran como se hacían los zapatos por las noches.
Se escondieron y cual no sería su sorpresa cuando vieron a
seis duendes muy pequeñitos que salían de un agujero en la pared. Iban desnudos
y temblaban de frío.
Vieron el cuero y empezaron a coser, de cuando en cuando paraban para
soplarse las manos heladas, para calentarse los pies brincando en el suelo, o
para acurrucarse unos contra otros y así combatir el frío del invierno.
Tiritaban de la cabeza a los pies.
Loa ancianos se conmovieron de sus ayudantes así que al día siguiente
la mujer les hizo pantalones y camisas y el zapatero un par de botas a cada uno
de ellos.
La noche de Navidad se escondieron, los duendes salieron
como siempre pero no vieron material para trabajar sino que encontraron la
ropa. Se emocionaron y se la pusieron sin dudarlo.
Una vez con ella, uno comento que ahora que tenían esa ropa
estaban demasiado elegantes para seguir trabajando así que cantando y bailando
salieron por la puerta sin mirar atrás.
La anciana le dijo a su esposo que se habían quedado sin ayudantes.
Le pregunto que iban a hacer de ahora en adelante.
A lo que él respondió: Al igual que los duendecillos pondré mi mejor esfuerzo
Fin
Valores:
Solidaridad: De parte de los duendes al querer ayudar al zapatero y a su esposa en apuros.
Generosidad: De los ancianos al regalarles su ropa a los duendes como agradecimiento.
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