martes, 5 de mayo de 2020

Cuento la Lechera

Cuento: La Lechera

Adaptación de la fábula de  Samaniego

Edades: 5 años en adelante.


En una pequeña granja vivía una niña con su familia. La pequeña ayudaba en las labores de su casa y se ocupaba además de cuidar a los animalitos.
Un día su mamá la mandó llamar y le dijo:

- Hija mía, hoy ordeñe a las vacas y vi que dieron mucha leche, no podemos quedárnosla toda ya que podría echarse a perder, ¿crees que podrías ir a venderla en el mercado?

- Claro mamá, iré yo, así te recuperas del resfriado que tienes.


La madre de la pequeña le dijo que como recompensa le iba a dar todo el dinero que ganara con esa venta de la leche.
Eso alegro mucho a la niña, así que lleno un gran cántaro con la leche y salió de la granja hacia el pueblo, tomando el camino más corto

Se puso el cántaro sobre el hombro y empezó a pensar en que haría con esas monedas que le iban a dar.

- Oh, ya sé que puedo hacer con el dinero, se dijo la niña, con el dinero que me den por la leche voy a comprar una docena de huevos, entonces los llevaré a mis gallinas, ellas los incubarán y entonces nacerán doce lindos pollitos, cuando crezcan un poco iré al pueblo y los cambiaré por un pequeño lechón.

Voy a cuidarlo y alimentarlo para que crezca y se convierta en un gran cerdo.

Y lo llevaré al mercado y me lo cambiarán por una ternera, si, aunque estará pequeña se que crecerá y se convertirá en una vaca, la cual me va a dar leche todos los días y entonces podre llevar varios cántaros al pueblo y ganar mucho dinero, con el que luego compraré una casita.

La niña estaba tan ilusionada pensando eso y que no vio que en el camino había una piedra y entonces tropezó y la pobrecita cayó de bruces y como tuvo que meter sus manitas para no rasparse soltó el cántaro el cual voló por los aires, ella sólo pudo ver cuando caía haciéndose pedazos y regando toda la leche que traía. 

En esos momentos sus sueños se empezaron a desvanecer, adiós a sus huevos que le darían pollitos que le proporcionarían luego un lechón.
Ya no tendría ese cerdo que cambiaría por la ternera, ni la leche, ni la casa.

- Que tristeza, dijo la niña, eso me pasa por ser ambiciosa.
Recogió los trozos del cántaro y regresó a casa pensando en lo que le había sucedido.



Moraleja:
Es bueno soñar, pero nunca hay que dejar de vista el presente para que no nos distraigamos en el camino que nos llevará a nuestros planes.

Les comparto un dibujo para que coloreen sus pequeños pueden encontrar más en ese link





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