Cuento: La Lechera
Adaptación de la fábula de Samaniego
Edades: 5 años en adelante.
En una pequeña granja vivía una niña con su familia. La pequeña ayudaba en las labores de su casa y se ocupaba además de cuidar a los animalitos.
Un día su mamá la mandó llamar y le dijo:
- Hija mía, hoy ordeñe a las vacas y vi que dieron mucha leche, no podemos quedárnosla toda ya que podría echarse a perder, ¿crees que podrías ir a venderla en el mercado?
- Claro mamá, iré yo, así te recuperas del resfriado que tienes.
La madre de la pequeña le dijo que como recompensa le iba a dar todo el dinero que ganara con esa venta de la leche.
Eso alegro mucho a la niña, así que lleno un gran cántaro con la leche y salió de la granja hacia el pueblo, tomando el camino más corto
Se puso el cántaro sobre el hombro y empezó a pensar en que haría con esas monedas que le iban a dar.
- Oh, ya sé que puedo hacer con el dinero, se dijo la niña, con el dinero que me den por la leche voy a comprar una docena de huevos, entonces los llevaré a mis gallinas, ellas los incubarán y entonces nacerán doce lindos pollitos, cuando crezcan un poco iré al pueblo y los cambiaré por un pequeño lechón.
Voy a cuidarlo y alimentarlo para que crezca y se convierta en un gran cerdo.
Y lo llevaré al mercado y me lo cambiarán por una ternera, si, aunque estará pequeña se que crecerá y se convertirá en una vaca, la cual me va a dar leche todos los días y entonces podre llevar varios cántaros al pueblo y ganar mucho dinero, con el que luego compraré una casita.
La niña estaba tan ilusionada pensando eso y que no vio que en el camino había una piedra y entonces tropezó y la pobrecita cayó de bruces y como tuvo que meter sus manitas para no rasparse soltó el cántaro el cual voló por los aires, ella sólo pudo ver cuando caía haciéndose pedazos y regando toda la leche que traía.
En esos momentos sus sueños se empezaron a desvanecer, adiós a sus huevos que le darían pollitos que le proporcionarían luego un lechón.
Ya no tendría ese cerdo que cambiaría por la ternera, ni la leche, ni la casa.
- Que tristeza, dijo la niña, eso me pasa por ser ambiciosa.
Recogió los trozos del cántaro y regresó a casa pensando en lo que le había sucedido.
Moraleja:
Es bueno soñar, pero nunca hay que dejar de vista el presente para que no nos distraigamos en el camino que nos llevará a nuestros planes.
Les comparto un dibujo para que coloreen sus pequeños pueden encontrar más en ese link
Recuerden visitar nuestras entradas y también nuestro facebook
https://www.facebook.com/EntreCaballerosYDragones/ y nuestro Spotify con los audicuentos
No hay comentarios:
Publicar un comentario