Fábula El Ratón de Campo y el Ratón de Ciudad
Adaptación de la fábula de Esopo
Edades: De 5 años en adelante
Había una vez un ratoncito que vivía en su pequeña casita la cual estaba cerca de una encina tan escondido que no se veía a simple vista.
Su cama estaba hecha de hojas, su mesa era un viejo corcho y su silla una piedra pequeña.
Como era un ratón muy previsor, se hizo una despensa donde guardaba frutos y semillas para que nunca le faltará comida.
Durante el día salía a tomar el sol y a platicar con los otros animalitos que vivían en el campo, su vida era muy tranquila lo cual le gustaba.
Cierto día , pasó un ratón vestido muy elegante, llevaba un sombrero y corbatita.
Se acerco a saludar y se presentó, después de platicar un rato, el ratón de campo lo invitó a su casita
para que pasará la noche.
Le ofreció unas nueces de comida y un poco de agua fresca.
El ratón de ciudad miró su comida y le dijo:
- Muchas gracias por tus atenciones, veo que tu casa es pequeña y no tiene lujos, no sé como puedes ser tan feliz.
Deberías conocer mi casa, te encantaría!!, tengo una cómoda cama y la comida es deliciosa y variada.
El ratón de campo se alegró de la propuesta así que decidió aceptar la invitación de su nuevo amigo.
Aprovecharon que al día siguiente pasó una carreta y se metieron a un viejo baúl para llegar a la ciudad.
Al entrar a la casa del ratón de ciudad, nuestro amigo del campo, se quedó impresionado,
vivía en un agujero dentro de una mansión, el lugar era enorme,
las paredes estaban decoradas con papel de envolturas y los cuadros eran viejas estampillas
que el ratón de ciudad había conseguido. La cama era de algodón y hasta tenía cojines.
Como los dueños de la casa donde vivía el ratón eran ricos, siempre que iba a buscar alimentos encontraban ricos manjares.
Cuando les dio hambre decidieron ir a la cocina a buscar que comer, había una gran mesa llena de papas, carnes, frutas y pastelillos de chocolate.
El ratón de campo se relamió sus bigotes al probar la comida.
Pero cuando aún estaban comiendo un rico queso manchego, apareció un gato y los pobres ratones tuvieron que correr despavoridos para no ser atrapados.
Le latía muy fuerte el corazón y le preguntó al ratón de ciudad como podía aguantar eso, este le contestó:
- Si, aveces hay que correr mucho pero tu no te preocupes, al rato que el gato este descuidado saldremos otra vez por más comida.
Decidieron volver a intentarlo, así que salieron, pero apenas habían llegado a la mesa, cuando una señora con delantal los vio y empezó a tirarles escobazos para aplastarlos, los ratones tuvieron que volver al agujero.
El ratón de campo le dijo a su amigo:
- No puedo creer que puedas vivir con tanto temor cada vez que tienes hambre, yo la verdad prefiero vivir calmado y volver a mi casa en el campo.
Le agradeció sus atenciones y al día siguiente regreso a casa,
pensando en su cómoda cama de hojas y sus ricos frutos que iba a cenar.
Fin
Moraleja:
Hay que valorar las cosas que tengamos aunque sean sencillas si eso nos hace tener una vida tranquila y feliz.
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